Una casa de comienzos del siglo XVI con decoración esgrafiada en Mondragón.
By arrastezientzia - martes, abril 14, 2015
Las líneas que siguen pretenden dar a conocer la existencia en la villa guipuzcoana de Mondragón de una vivienda cuya delantera presentaba decoración esgrafiada. De la misma no se conserva más que una fotografía antigua, en cuyo reverso se lee que era conocida como casa Altxola, sita en la calle de las Ferrerías de la misma villa y que se demolió en 1967. En la reproducción se muestra muy deteriorada y con intervenciones que la habían desfigurado casi por completo.
La técnica del esgrafiado consiste básicamente en dibujar o hacer labores con el grafio, empleando generalmente una plantilla, sobre una superficie que tiene distintas capas de revoco superpuestas —o simplemente una sola como enlucido—, quitando alguna de ellas. Se trata de una técnica resistente, económica y muy vistosa, que sirve para ocultar los ladrillos o materiales baratos empleados en su construcción. Hunde sus raíces en el Próximo Oriente, de donde se extendió a Europa gracias a la cultura greco-latina. El escritor latino Plinio el Viejo y el tratadista Vitruvio aludieron a ella en sus obras como un recurso ornamental fácil, barato, efectista y de rápida aplicación a la arquitectura. Precisamente fueron los romanos los que la extendieron geográficamente y consiguieron que la hiciera suya, por ejemplo, la cultura islámica, tan arraigada durante la Edad Media en la Península Ibérica, que dejó abundantes muestras, sobre todo, donde el ascendiente mudéjar fue incuestionable. Sin embargo, el gran momento del esgrafiado fue el Renacimiento, cuando durante el Quattrocento italiano volvieron los ojos a la Antigüedad, recuperaron la técnica y apreciaron sus cualidades ornamentales, que se extendieron por toda Europa2.
Se solía emplear lo mismo en interiores que en exteriores. Y su uso en fachadas obedece a una doble motivación: la de ornamentar fábricas pobres y poco gratas a la vista y, ¡cómo no!, la de proteger el muro de los agentes externos. Se trata, pues, de una técnica que aúna belleza y funcionalidad3.
En el País Vasco húmedo se conservan algunos edificios en los que se empleó dicha técnica en sus fachadas, obras que han sido relacionadas con modelos castellanos y han sido fechadas en el tránsito del Gótico al Renacimiento, dos de ellas muy cercanas geográficamente a Mondragón, pues no distan ni 12 Km entre sí.
Nos estamos refiriendo a la torre del palacio de Lazarraga de Oñati, con decoración geométrica bastante esquemática, que debió de ejecutarse en tiempo de Juan López de Lazarraga Araoz (nacido en Oñati hacia 1440 y fallecido en 1518 en Valladolid), que sirvió en la Corte castellana y fue nombrado Contador Mayor, secretario de Fernando el Católico y testamentario de Isabel la Católica. Fue el fundador del primer convento de clarisas guipuzcoano en Bidaurreta, en la misma villa.
Para R. Ruiz Alonso5, esta fachada puede situarse entre el reinado de Enrique IV y el de los Reyes Católicos y en el momento técnico y ornamental en que incorporaron la plantilla, con la consiguiente rapidez en su ejecución y la difusión de sus patrones decorativos. Se utilizó la flor de cuatro pétalos construida sobre un vórtice, modelo usado previamente en la Torre de Arias Dávila segoviana, aunque en Oñati se incluyó el marco del patrón empleado, lo que evidencia que su ejecutor “desconocía el verdadero sentido del diseño con el que trabajaba y probablemente el funcionamiento novedoso de la plantilla”.
En Bergara se construyó la llamada casa Jauregi a comienzos del siglo XVI. Fue en origen una vivienda entre medianeras, propiedad del mayorazgo de los Jauregi. La fisonomía actual del edificio difiere de la que tenía originalmente, pues a comienzos del siglo XX sufrió una profunda transformación.
Se conserva únicamente lo que debieron considerar de interés, es decir, el escudo de armas del arco de entrada primigenio y la decoración de la planta principal6. Ésta se adornó, como si fuera un tapiz, con yeserías tardo-góticas, siguiendo modelos alemanes y flamencos de fines del siglo XV, que poco tienen que ver con lo que se hizo en Mondragón. Sin embargo, en el ático desaparecido mostraba un revestimiento que seguía el “modelo de círculos secantes formando una serie sin fin de rosetas”, según J. A. Gil Massa. El mismo estudioso sugiere que sus promotores pudieron ser Andrés de Jauregi Salazar y su primera esposa María de Lazarraga, hija natural de Juan López de Lazarraga Araoz7.
Más lejos, en el arrabal de la Piedad de Areatza (Bizkaia), aún se mantiene en pie una casa medianera en cuya fachada perviven restos de lo que en su día lució, con decoración de círculos, vegetales y de sogueados principalmente, muy propios del repertorio gótico tardío. La plasticidad de su ejecución la hace más cercana al modelo mondragonés. Al parecer, también es obra del primer cuarto del siglo XVI.
En Mondragón sin embargo, no queda ningún vestigio tangible, or lo que resulta imposible saber de sus materiales, técnicas empleadas y otros pormenores. Cómo puede observarse en la fotografía, se trataba de una casa medianera, en cuya decoración se descubre la mezcla de elementos góticos y renacentistas incipientes, ejecutados de acuerdo con una plantilla. Sus diseños son mucho más complejos que los de los ejemplos precedentes y evidencian una época de cambio, de transición.
Por un lado, tenemos en la parte superior una cenefa de arcos de medio punto entrecruzados rematados en florones trilobulados, una especie de hornacina con arco de medio punto y decoración de rameados y algún arco conopial, todo ello de sabor aún gótico. Arcos entrecruzados parecidos decoran el zócalo de la sacristía de la parroquia de Torreiglesias de Segovia, fechada en 1549, pero con motivos de relleno claramente renacentistas, con grutescos “a candelieri”8, lo que no ocurre en Mondragón. La misma decoración se puede observar en los anillos de algunas claves de bóveda de la parroquia de San Vicente de Vitoria y en la de Navaridas, fechadas a comienzos del siglo XVI9.
En el extremo derecho de la fotografía se puede ver una ménsula, adornada con roleos y una sarta de cuentas, que ostenta la inscripción IHS con letras simulando vástagos vegetales, elementos en los que parece haber un intento por modernizar el muestrario de motivos decorativos góticos.
En el lado opuesto, pegante al espolón de la casa contigua (que aún se conserva), parece que se abrió una ventana, de la que sólo perduraba una única jamba, con una pilastra con decoración “a candelieri” muy esquemática, así como la hermosa venera con que se remataba, motivos propios de lo que se da en llamar plateresco.
Y en toda la superficie del muro se repetía un diseño gótico flamígero de manera encadenada, que no es otro que cuatro hojas o gotas que giran alrededor de un círculo, adornándose con flores el citado círculo y los espacios romboidales que se forman entre sí. Es lo que R. Ruiz Alonso10 denomina simetría bilateral, invertida o especular, con lo que se consigue un efecto más dinámico, menos monótono, aparte de facilitar un mejor encaje de las plantillas en el caso de errores o defectos. Y que M. A. Gilsanz destaca como el molinete, la figura básica más frecuente en la ciudad de Segovia, cuyos modelos más antiguos son del siglo XV y que era frecuentemente utilizado en las yeserías adornadas al gusto mudéjar en palacios y edificaciones del tiempo de Enrique IV11.
Este motivo, únicamente lineal, lo podemos ver en Segovia en la Sala del Trono del Alcázar, de tiempos de Juan II, y en la torre de los Arias Dávila, ya mencionada. En la misma ciudad castellana, algo más sofisticado, en el patio de una casa particular de la calle Marqués del Arco, en la fachada nº 2 de la plaza de San Esteban y en el palacio de los Campo, obra a caballo entre los siglos XV y XVI12. También en los artesonados pintados del monasterio de San Antonio el Real y en el lienzo situado tras la imagen de Santo Domingo de Guzmán, del siglo XV, conservado en la cueva de su nombre, que se anexionó al convento de Santa Cruz la Real13. Incluso en la torre de los Lazarraga de Oñati, aunque mucho más simplificado que en Mondragón, donde la plasticidad de su labra era mucho más evidente que en los ejemplos anteriores.
La procedencia foránea del esgrafiado mondragonés parece estar clara. Y su datación aproximada, también, por la combinación de elementos claramente góticos con otros que preludian el Renacimiento, pudiendo fijarla en torno al primer cuarto del siglo XVI. Lo que no es fácil de dilucidar es quién lo ejecutó ni quién ordenó semejante decoración en la fachada. Fue previsiblemente alguien viajado, que conocía ejemplos lejanos, como puede desprenderse certeramente de los de Oñati y Bergara.
Siguiendo a Esteban de Garibay14, del que fue amigo, Juan de Araoz de Uriarte nació el 8 de marzo de 1525 y falleció el 14 de septiembre de 1581, en las casas de su mujer en la calle de Iturrioz de Mondragón, con la que se había casado al poco de volver de América, “por Mayo de 1566”. Aquel mismo año hizo la probanza de su hidalguía para poder optar a los cargos concejiles, superada con éxito, pues llegó a ser alcalde de la villa.
La fecha de nacimiento del fundador del convento franciscano propuesta por Garibay coincide con el límite extremo que podría fijarse para la ejecución de la fachada en cuestión. Su promotor, por tanto, debió de ser su padre o, tal vez, su abuelo. Otra vez Garibay nos sirve de fuente, aunque nos aporta muy pocos datos, sobre todo, referidos a sus padres. Él nos informa de que fue hijo de Juan de Araoz de Uriarte y de María de Irigoen y de Victoria, ambos de Mondragón, y nieto de otro Juan de Araoz de Uriarte, apodado el Navarro por haber residido mucho tiempo allí cuando estuvo en la milicia, y biznieto de Juan de Uriarte, hidalgo de Araoz (barrio de Oñati).
Distintos miembros de la familia de los Araoz se contaban entre los que servían a los reyes desde antes de la campaña de Granada, bien en palacio, bien en la milicia, y fueron favorecidos por éstos con sus mercedes. No obstante, los Araoz destacaron por ser mercaderes, prontamenteestablecidos en Indias, donde pusieron en circulación el hierro de sus ferrerías15.
De los Araoz establecidos en Mondragón, sus antepasados y otros parientes del fundador del convento apenas se sabe nada. Suponemos que se radicarían en la villa guipuzcoana posiblemente atraídos por la industria del hierro, razón por la cual se había convertido en una plaza importante16. Y probablemente formaron parte de las redes familiares tejidas entre los distintos miembros del linaje, entre los que también se hallaba el antes nombrado Juan López de Lazarraga, que era Araoz por parte de madre.
Sin embargo, las escasas noticias relativas a la propiedad de la casa no nos permiten asegurar con absoluta certeza que, en efecto, el inmueble perteneció a la familia Araoz en fechas tan tempranas como el comienzo del siglo XVI e, incluso, nos resulta difícil identificarlo en los documentos de compra-venta posteriores. Así, se sabe que en 1590 la casa contigua, que aún conserva en el interior su fisonomía medieval y en la columna exenta de la fachada un escudo correiforme manierista, era propiedad de Marina de Abendaño, viuda de Bautista de Oquendo.
Posiblemente sea la casa que nos ocupa la que en 1609 los curadores de Mari Asencio de Vergara gravaron al fundar un censo sobre los bienes de la menor, entre otros, sobre la casa cuyos linderos eran, por una parte, la casa de Domingo de Abendaño y por la parte de arriba, “el solar vazio de Lucas de Vergara”. Porque, si atendemos a la topografía, la casa de los Abendaño se hallaba por debajo y la gravada no podía ser otra que la casa con la fachada esgrafiada.
Hemos hallado una mención a una Araoz en 1598, cuando Isabel de Vergara, viuda de Mateo de Muçibar, otorgó una carta de venta a María Pérez de Oro y a su hija María de Araoz por la mitad de las casas que poseía la primera en la calle de Arozcale (el nombre en euskera de la calle de las ferrerías) y que la otra mitad pertenecía al zapatero Juan de Arriola17.
No sabemos si la casa es la misma, si perteneció a los Araoz, ni si eran parientes los que intervinieron en las diferentes transacciones. De lo que no nos cabe ninguna duda es que algún mondragonés mandó decorar la fachada de su casa con un bello esgrafiado de filiación castellana, de calidad muy notable. Y aunque ya ha desaparecido, el conocimiento de su existencia contribuirá a aumentar y a poner en valor el exiguo número de los ya conocidos en el País Vasco.
Ana Isabel UGALDE GOROSTIZA, UPV/EHU.
Bibliografía:
Arkeolan (1989): Arrasate-Mondragón. Estudio Histórico-Arqueológico del Urbanismo, tomo I, Mondragón: Ayuntamiento de Arrasate-Mondragón.
Azpiazu, José Antonio (1999): El acero de Mondragón en la época de Garibay. Mondragón: Ayuntamiento de Arrasate-Mondragón.
Ferrer Orts, Alberto, “Sobre la decoración esgrafiada en el Barroco español”. En: Ars Longa, nº 9-10, 2000, pp. 105-109.
Garibay, Esteban de (1834): Memorial Histórico Español: colección de documentos, opúsculos y antigüedades que publica la Real Academia de la Historia, tomo VII. Madrid.
Gil Massa, Jesús (2001): Urbanismo y Arquitectura civil en Bergara. Siglos XIII-XVII. Bergara: Bergarako Udala.
Gilsanz Mayor, María Ángeles (2011): Simetrías en la ornamentación arquitectónica. El esgrafiado segoviano. Tesis doctoral, Universidad Politécnica de Madrid,http://oa.upm.es/6731/1/MARIA_ANGELES_GILSANZ_MAYOR.pdf, consultada en febrero de 2014.
Lanzagorta Arco, María José, “El linaje de los Lazarraga: siglos XV-XVI en el Condado de Oñate (Guipúzcoa)”. En: Sancho el Sabio, nº 20, 2004, pp. 71-85.
Otazu, Alfonso de y Díaz de Durana, José Ramón (2008): El espíritu emprendedor de los vascos. Madrid: Sílex ediciones.
Ruiz Alonso, Rafael (2002): El esgrafiado en Segovia. Tesis doctoral, Universidad Complutense de Madrid, http://eprints.ucm.es/1682/1/AH0008401.pdf,http://eprints.ucm.es/1682/1/AH0008402.pdf, consultada en febrero de 2014.
“Evolución histórica del esgrafiado en España. Discurso de ingreso en la Real Academia de Historia y Arte de San Quirce, 28 de noviembre de 2008”. En: Estudios segovianos. Boletín de la Real Academia De Historia y Arte De San Quirce, nº 108, 2008, pp. 145-194.
Sanz, María Dolores, Cortázar, Mercedes y Cubillas, Isabel, “Estudios y Restauración de la fachada del Palacio JAUREGI BERGARA (Gipuzkoa)”. En: Akobe, nº 9, 2008, pp. 27-31.
Ugalde Gorostiza, Ana Isabel (2007): Iconografía de las claves de la Diócesis de Vitoria. Vitoria: Diputación Foral de Álava.
2Ferrer Orts, 2000: 105-109; Ruiz Alonso, 2002: 179-310, muy interesante el capitulo 9 donde aborda el origen y la evolución del esgrafiado segoviano.
6Pese a ser tomado por un ejemplar de decoración esgrafiada, Ruiz Alonso considera certeramente que su noción de volumen más tiene que ver con la escultura que con el “relieve plano del esgrafiado”, Ruiz Alonso, 2008: 156.
7Gil Massa, 2001: 477-479, 588-597; Sanz, Cortázar y Cubillas, 2008: 27-31; citan opiniones y un trabajo de Pedro Echeverría y Amaia Gallego, pero no lo especifican.
10Ruiz Alonso, 2002: 98. El mismo autor ofrece como ejemplo un diseño similar al de Mondragón, sólo que le faltan las flores que adornan el interior de todos los trazos, fig. 12, p. 100.
Ana Isabel UGALDE GOROSTIZA, UPV/EHU.
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